Querida Directora y Componentes de Cantoría Hipponensis:
Me sugieren por aquí, en el Olimpo, que esta sea mi última carta que os escriba, pues ahora las nuevas tecnologías – Whats Apps, mensajes, etc… etc… – han dejado las cartas tradicionales en un mero recuerdo de otros tiempos y yo, que soy muy vieja, pues no me encuentro ni con fuerzas, ni con ánimos de llegar a dominar tales modernidades. Además me confirman que en el Olimpo no hay internet.
No quiero repetiros una vez más que sois la niña de mis ojos, pero como esta es mi última carta tampoco quiero dejar de deciros lo que late en el fondo de mi corazón.
Cada año – y van a ser trece – hay nuevos programas que llevar a feliz puerto; más canciones a las que hay dedicar entusiasmo renovado, constancia, continuidad y concentración siempre permanente y sin ningún desmayo a lo largo de esa carrera musical. Además, vuestra Directora, no lo dudéis, os pedirá y os exigirá ascender un peldaño más en perfección, interpretación, matización, fraseo, entonación y esto no se hace sin esfuerzo, sin mayor silencio en los ensayos, sin mayor sacrificio. Y es que en el camino musical no puede uno quedarse sentado, ya que se avanza o se retrocede y esto último no le gusta a nadie. Tenía razón Víctor Hugo cuando decía que “la mayoría de los hombres no carecen de fuerza, sino de constancia” y que, igualmente, fundamenta nuestro refrán que afirma que “de buenos propósitos están lleno el infierno”.
Asi pues, una de las claves de vuestro éxito coral en esta nueva singladura es la constancia. Sin ella difícilmente se puede llegar a la meta deseada con prontitud y efectividad.
Otro de los pilares para que todo vaya adelante, sin ningún peligro, ni vacilación, es la disciplina. Sin embargo para la construcción de este pilar hay que unificar diversas corrientes como son, por citar algunas, la disciplina horaria, la disciplina asistencial, la disciplina musical ante una canción elegida por la directora, ante un programa musical, ante un concierto apalabrado, ante un plan expuesto y votado en la asamblea general, etc… etc. Todas estas corrientes desembocan en el concepto disciplina y es que al decir de la Madre Teresa de Calcuta, “la disciplina es el mejor amigo del hombre, porque te lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón”.
Y como no quiero ni cansaros, ni aburriros en mi última carta, simplemente os recuerdo que otro de los pilares que hacen a un coro grande es la unidad. Este pilar es fácil de construir cuando ya existe un ambiente de satisfacción, de afabilidad, de respeto y de sencillez que son mimbres maravillosos para elevar esa columna tan apreciada en toda actividad de comunidad. “Si estamos juntos no hay nada imposible. Si estamos divididos todo fallará”, decía W. Churchill, que es un eco repetido al pensamiento de Lyndon Johnson cuando afirmaba: “No hay problema que no podamos resolver juntos, y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos”.
Y así me despido en esta última carta enviada con todo cariño desde el Olimpo y espero que el nuevo curso musical 2017-18 sea mas maravilloso aún si cabe que todos los anteriores juntos.
Os quiere,
Euterpe, Musa de la Música
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