“Urge que la tierra se llene de cantores, poetas, soñadores, hombres y mujeres que nos digan que la vida merece la pena vivirla. Todos llevamos en el alma un cantor, un poeta, un soñador”. El pensamiento que acabo de citar ha sido uno de los puntos de meditación en estos largos días de confinamiento y que aplicado a Cantoría Hipponensis me ha hecho abrir miles de nuevos caminos, porque una idea es una pequeña simiente y su meta final es eclosionar, germinar y dar frutos.

En el baúl de mis sueños, quizás el primero, por seguir una enumeración, estaba la posibilidad de crear un programa concierto de Cantoría Hipponensis con la colaboración de otros dos coros – a ser posible de Valencia capital – con la finalidad de contar con un amplio público asistente, en el patio del Colegio y en la tarde noche de junio – por supuesto con el permiso de la autoridad colegial – y bajo un esquema de temática musical monográfica, como pudieran ser habaneras, canciones marineras, canciones de las diversas regiones de España, canciones de una región concreta y con lo que se conseguiría un CD de 18 canciones diferentes – seis por cada coro y una común de diferente tema – digno de guardar. Si a este sueño le añadimos un marcado tinte colaborativo en referencia al Colegio y tras una campaña adecuada y directa, se podría contar con la colaboración de alumnos, padres de alumnos, antiguos alumnos, etc… y en mi sueño lo veía fabuloso. En este sueño no quedaba al margen la importancia y orientación de nuestra directora y la consulta al Coro en la Asamblea Anual.

Otro de mis sueños, y tenía un marcado acento de importancia, era la creación de un coro juvenil en el ámbito colegial. La simiente está ya en el surco, pues existe un coro infantil y los miembros de este coro infantil desaparecen súbitamente al pasar a cursos superiores. Luego se puede hacer que esa simiente sigua adelante y hacer resurgir – recuerdo que años pasados existió en el coro una masa juvenil, “Nueva Ilusión – y el Colegio tenga una faceta musical nueva. Ni que decir tiene que aquí hay que contar con el consentimiento de la Dirección del Colegio.

Otro sueño, aunque tenga matices de pesadilla, es a renovación de nuestro Coro. Aunque Gardel dijera “que veinte años no es nada”, yo veía en mis sueño que 16 años, la no tierna edad de Cantoría Hipponensis, dejan su huella. La campaña que se realizó el año pasado no ha sido muy rentable y a pesar de todo se tiene que volver a repetir, como igualmente el reparto de la hoja informativa que se dio en los escasos conciertos del presente curso por causa del Coronavirus. Además de todos estos medios a nuestro alcance, no podemos olvidar la labor de todos los componentes de nuestro Coro para atraer a aquellas personas que quieran sumarse a nuestras voces con la autorización y beneplácito de nuestra Directora.

Tampoco quiero dejarme bajo la almohada el sueño de la responsabilidad  de no perder el ambiente cordial, la atmósfera feliz de convivencia, la responsabilidad de todo con nota brillante y un constante remar para que nuestro Coro nos dé alegrías, brisas y satisfacciones para realizarse la cita literaria colocada al principio de estas líneas.

Por supuesto que tuve más sueños, pero al lado de los citados, son irrelevantes e insignificantes y que no merece que los despierte ahora.

Y concluyo con el pensamiento de W. Sheakespeare: “Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto”.

¡¡¡Animo!!!

Juan José Davalillo