Éste es un relato a medio camino entre la novela y la biografía y no es una biografía novelada, como cabría suponer. Se trata de un relato, a toro pasado, sobre el servicio militar, entiéndase la “mili”, del autor. Es un relato escrito cuando han pasado bastantes años de los hechos que se narran y que debieron impresionar muchísimo al escritor novlista.

Es su “mili” y sus experiencias con las que el lector o este comentarista pueden estar o no de acuerdo. Es su visión de lo que le ocurrió y la huella que dejaron en él ciertos hechos. Quienes vivimos esa experiencia puede que estemos en todo o en parte de acuerdo con lo narrado.

A veces el autor es demasiado crítico y duro con la vida que vivió en la milicia. Quizá su “mili” fue así de dura, tanto como cuenta, pero también hay momentos de camaradería y alegría sobre los que el autor pasa con celeridad sobre ellos, al tiempo que narra casi minuciosamente todo lo que encuentra de negativo en aquellas fechas. Hubo cosas magníficas en aquella “mili” que nos tocó vivir y gracias a ella multitud de compatriotas salieron del analfabetismo más profundo, por poner un ejemplo.

De todas maneras el lector mayor disfrutará de la obra recordando sucesos y anécdotas de su propia cosecha y si el lector es joven y no hizo el servicio militar conocerá, al menos en teoría, por lo que pasaron los mayores en aquella etapa de su vida.

No pretendo, con estas líneas, poner al autor en la picota, pero quien escribe estas líneas se fue a la mili para dos años, porque le tocó servir en la marina no en la “gloriosa” infantería, donde el servicio militar era más corto. “A todo hay quien gana”, decía mi madre; “Incluso en lo malo”, añado yo. ¿Qué hubiera escrito el autor si hubiera caído en Cádiz, Cartagena o El Ferrol y dos años, en vez de Vitoria o S. Sebastián y tan sólo con 14 meses?

 

Juan J. Calvo Almeida.