Esta película es un drama de hondo calado en cuanto a personajes se refiere. Se trata de una obra y de un pensamiento actual que se ha trasladado a finales de los años cuarenta del siglo pasado.

La acción se ambienta en el parque de atracciones de Coney Island, alegría y jolgorio, y la playa adyacente, ambiente de relax en el que están de sobra problemas. Frente a estos lugares, un apartamento, un tanto sórdido, que contrasta con el ambiente de los alrededores.

En medio de este ambiente lúdico y festivo se presenta una chica joven buscando a su padre, desgraciado en su matrimonio y fracasado como padre, quien está encargado de un tiovivo y creando en el actual hogar de éste toda una conmoción. Para más “inri”, la señora de la casa con un hijo de un anterior matrimonio, se enamora o se encapricha de uno de los vigilantes de la playa quien a su vez se enamora de la chica. Y ya tenemos las cuatro piezas que conforman este drama cada uno estirando hacia sí sin que pase nada mientras no se enteren los unos de las relaciones de los otros. Lo malo viene cuando caen en la cuenta de que los cuatro se hallan relacionados entre sí y con unos intereses totalmente enfrentados. Y si falta algún elemento desestabilizador se halla el chico con tendencias pirómanas.

La película nos engancha casi desde el principio y nos mantiene en tensión a lo largo del film. Los personajes están bien dibujados, dentro de la tónica que requiere el drama. Todos son unos fracasados por unas u otras causas y se da la circunstancia que ninguno puede echarle las culpas de su fracaso a nadie más a que a sí mismo y aunque piensan que los demás son los culpables pronto reconocen que son ellos mismos la causa de su situación actual. Las circunstancias del momento no han hecho otra cosa que aflorar los problemas de cada uno, problemas ocultos a los demás y a sí mismos porque así lo querían y, mientras no veían su problema, vivían felices.

En aquel verano, en el que las circunstancias cambian, es cuando salta por los aires la felicidad ficticia que había en aquel hogar y los problemas se desbordan de los límites que cada personaje había establecido.

El film tiene una estructura teatral que le viene como anillo al dedo para servir el drama al espectador. Una vez más el cine le roba protagonismo al teatro.

Si en la filmografía de Woody Allen hay películas malas y buenas, anótese ésta en el capítulo de las  exitosas, porque es buena de verdad.

 

Juan J. Calvo Almeida.