Mucha sangre fría ha de tener quien se atreva a sopesar, enjuiciar, criticar… los diferentes aspectos que presenta esta película.
La cinta refleja indirectamente la agonía de la II República en la ciudad de Salamanca y la irrupción violenta de los sublevados proclamando el estado de guerra y la ley marcial desde la Plaza Mayor de dicha ciudad.
Junto a esta maravillosa plaza se nos presentan otras facetas de la misma ciudad: la Clerecía, la fachada de la Universidad y diversos planos de la misma (claustro, biblioteca), calles, la casa de Unamuno, el puente romano… Son escenarios reales de gran belleza.
Otro aspecto de la película a tener en cuenta es la presentación de los diferentes personajes que componen el golpe de estado: Franco, Millán Astray, Mola, Cavanellas…
Hay que reconocer que están “perfectamente” caracterizados” unos actores cuya actuación nos aproxima a los personajes reales, no tanto en lo físico – que también – como en lo sicológico.
No menos importante es el grupo de los intelectuales encabezado por Miguel de Unamuno encarnado en la persona de Karra Elejalde. El ilustre escritor y rector de la universidad salmantina constituye el eje sobre el que gira todo el resto de personajes de la película. Aunque el núcleo de los militares tiene un papel destacado no es sino el contrapunto, los creadores de un ambiente en el que se debate la figura de Unamuno, que es el personaje que da sentido a toda la cinta. El rector ve estrecharse el cerco en torno a sí mediante la detención de su círculo de amistades y otros intelectuales del momento.
A pesar de los avisos que recibe, incluidos los de sus hijas, Unamuno acudirá al famoso acto en el paraninfo de la Universidad donde pronuncia el famoso “venceréis pero no convenceréis” que le pudo costar la vida. Salvado “in extremis” por Carmen Polo, esposa del dictador.
La cinta es muy emotiva, tanto que resulta difícil analizarla al compás del visionado o con posterioridad. Son demasiadas emociones las que provoca en el espectador quien se siente atrapado por el desarrollo de los hechos hasta el punto de sumergirse en el desarrollo del film como si se tratara de un personaje más de la película. Si los hechos no fueron exactamente así están tan próximos a la realidad de aquel momento que el espectador quisiera decir: “yo estuve allí en aquella ocasión”.
Una curiosidad: La Plaza Mayor aparece en el film ajardinada, aunque hoy en día esta rasa y a disposición de los peatones en cualquier dirección. Doy fe de que tales jardines existieron: los vi y los recuerdo.
Otro detalle es la Plaza de la Universidad, a la que llega Unamuno en coche. No hay calle. El cine consigue que la calle que pasa bajo la fachada plateresca atraviese la plaza y llegue directamente a las puertas de la Universidad.
Aprovecho la ocasión para aclarar que, aunque Unamuno destacó en el mundo de las letras por su colaboración literaria, en realidad detentaba la cátedra de Griego y no la de Literatura en dicha universidad.
Acabada la proyección, el público de la sala dedicó un acalorado aplauso a Unamuno, a Amenábar, a la libertad, al rechazo a la dictadura…creo que a todo el conjunto.
Por cierto, el título es la coletilla que se añadió en el documento en que se hace entrega del poder total a Franco por parte de los generales: “…todos los poderes, mientras dure la guerra”. Ya sabemos qué ocurrió después y durante cuarenta años.
Tan sólo me queda una recomendación para el lector de estas líneas: No te la pierdas.
Juan J. Calvo Almeida.
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