Llega el verano y, una vez más, se reúnen los componentes de una pandilla. La acción discurre en el ambiente rural de la Galicia interior, en un pueblo cualquiera.

Aparentemente, y sólo aparentemente, es una película juvenil y desenfadada, pero que bajo esa falsa apariencia se descubren graves problemas actuales, que nada tienen de desenfadados y que atenazan a nuestra sociedad. Los cinco componentes de esta pandilla están en el momento óptimo para empezar a catar lo amargo de los problemas con los que se enfrentan los adultos todos y cada uno de los días de su vida.

Pero todavía no están listos para hacerse cargo de la dura realidad, cosa que ocurrirá cuando hayan madurado a lo largo de la aventura de este, para ellos extraordinario, verano. Esta dura realidad (bandas juveniles, fracaso escolar y educacional, emigración, enfermedades, drogas…) empieza a asomar tras la risa, juegos, carreras, la amistad, la música, el amor…

Todo junto hace de la película un tiovivo, un sube y baja de emociones que retrotraen al espectador a momento de su propia existencia, sobre todo si ya peinas canas.

La música es de 1.984, de la banda austriaca OPUS y parece que hubiera sido grabada a propósito para esta cinta.

La leyenda de la localidad dice que si consigues coger ciertas flores que crecen en la cima de cierto lejano monte conseguirás resolver tus problemas en la vida.

Y a ello se lanzan los cinco idealistas de esta historia que van tropezando con problemas que les superan, que les vienen demasiado grandes en el inicio de la aventura, pero que la misma aventura y peripecia les transforma hasta convertirlos en valientes capaces de enfrentarse a sus propios miedos y futuro.

La geografía gallega del interior, que pocas veces se asoma a la pantalla, tiene una notable presencia en la cinta: los viñedos de la Ribera Sacra, los meandros encajonados del Miño o Sil, las puestas de sol, aunque no sean las de Finisterre, los robledales, los cursos de agua, la lluvia… estamos a pocas fechas de la magia de la noche de S. Juan.

Creo que el espectador, independientemente de su edad, no se quedará indiferente ante esta película.  Y que usted se lo pase estupendamente bien durante la proyección.

                                                                                   Juan J. Calvo Almeida.