Si Isabel Coixet pretendía hacer una película al estilo inglés, le ha salido redonda. Ambientación esmerada, movimientos y ritmos pausados, sin un detalle fuera de lugar…. Pero le ha salido una película triste. Le falta sal o una pizca de pimienta, algo que anime el ambiente y la naturaleza que rodea al pueblo y a los personajes. Los caserones enormes donde viven los protagonistas resultan un tanto tétricos, fríos y destartalados, incluido el que habita la protagonista a pesar de que el colorido de los lomos de los libros consigue avivar un poco la casa de la librería.

En esquema: se trata de una viuda de mediana edad que se empeña en poner una librería en un pueblo de pescadores y para ello elige y alquila un palacete semiabandonado que será la sede de su negocio al tiempo que su vivienda. Y la cosa empieza a marchar. Incluso contrata los servicios de una chiquilla, fuera de las horas de clase, de lo más espabilada para realizar tareas menores. Pero alguien más se ha fijado en el palacete y con otros motivos. Y ahí empieza una lucha sorda por expulsar a la librera y ésta por mantener la librería y su vivienda.

El lector de estas líneas posiblemente piense que la librería se va a pique, pero no adelantemos acontecimientos porque la librera también tiene poderosos aliados y uno de ellos consigue dar solución al palacete y a la librería.

Son otros tiempos (después de la Segunda Guerra Mundial) y otra nación (Inglaterra) pero quizá Isabel Coixet se apoye en esos dos pilares para dar un impulso a ese valor llamado gusto o afición a la lectura que tan de capa caída anda por estos pagos ibéricos.

Los personajes resultan un tanto fríos por la corrección y excesivo respeto entre ellos; es por ello por lo que les falta calor, viveza, algo que les haga salir de sus vidas tan encasilladas. Incluso los habitantes del pueblo se animan cuando se inaugura la librería como si este pequeño negocio fuera algo extraordinario que estimulara sus vidas, aburridas de por sí.

“La librería” tiene un cierto sabor a romanticismo que recuerda a novelas como Jane Eyre con personajes atormentados por recuerdos, una naturaleza que invita a la soledad, un mar brumoso y frío, incluso ese amor que no llegó a ser a su debido tiempo y que ahora tampoco será… Todo esto y más está magistralmente narrado en un film que para nada aburre al espectador pero que tampoco consigue hacerle vibrar como suele ocurrir en otros casos.

Que la película vale lo demuestran los 3 premios Goya y los 2 Gaudí Award conseguidos; y se los merece, de verdad. Luego, tras la proyección, cada cual juzga a su antojo pero por ello no deja de ser una buena película.

Juan J. Calvo Almeida.