La Iglesia de San Esteban ha sido el escenario elegido por Cantoria Hipponensis para cerrar su Curso Coral 2022/23 acompañado por la Orquesta Maestro García Navarro.

Así pues, un año más, Cantoría Hipponensis ha llevado a cabo su programa musical y en modo absoluto ha defraudado a los amigos del Canto Coral.

Tanto la Misa Ferialis, del compositor americano John Leavitt, como Los Miserables, han recibido el aplauso entusiasmado de los asistentes en los diversos conciertos que en el apretado mes de Junio Cantoria Hipponensis ha llevado a cabo en lugares y marcos diferentes.

Dentro de muy poco, pues Septiembre está a la vuelta de la esquina, un nuevo programa musical estará diseñado tanto por nuestra Directora, como por la Junta Directiva, y volverán los ensayos. Creo que sería conveniente, y no se emplear el término exacto, el repasar los cambios horarios tan frecuentes y que son, a mi modo de ver, una de las causas de tantas ausencias en el aprendizaje de la partitura interpretada lo que retrasa una barbaridad la labor cotidiana para el domino total y seguro de cada cuerda. Y no podemos olvidar que un coro es el conjunto de todas las voces, el dominio sin vacilaciones de entradas, para la perfecta ejecución conforme a las orientaciones de la Directora que no puede estar repitiendo una y mil veces el mismo consejo.

Igualmente es el momento de reflexionar sobre la importancia de incorporar nuevas voces a todas las cuerdas y en este trabajo todas las manos son necesarias

Con la aprobación de nuestra Directora, que es la que siempre debe vigilar para un perfecto equilibrio de todas las voces. El tiempo en un coro nunca juega a su favor pues sus miembros pierden timbre de voz, pierden vigor y ahí radica la importancia de renovarse continuamente o un coro irá muriendo poco a poco.

Todo es posible, cuando hay un empeño común en el trabajo, en la ilusión y en la de llevar la nave del canto coral al mejor puerto.

Así pues, y una vez más, ánimo a todos porque en la labor final de un coro todos somos necesarios y desde luego, nadie imprescindible.

Juan José Davalillo