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RESEÑA DEL XI CONCIERTO “MOLTO ALLEGRO” (26 –  JUNIO –  2016).

Los asistentes debieron empezar a hacerse preguntas por los preparativos a la vista: los timbales, el corro central de sillas y el teclado. Y eso nada más ocupar la butaca. Pensamos que esta vez la cosa iba ser algo más “complicada” que en ocasiones anteriores cuando tan solo había una tarima escalonada y, a lo sumo, un atril para la directora. Incluso el programa tenía su aquél hasta para un novato. Llamaron la atención las diez entradas de la primera parte del programa frente a sólo dos en la segunda. Y así fue.

Apareció el coro, como siempre, en desfile poco menos que procesional y luego el grupo del metal y percusión ocupó el lugar correspondiente. El silencio se adueñó de la sala y con la aparición de la directora dio comienzo la primera parte del concierto.
Inmaculada Burriel atacó el primer número del programa: Más vale trocar de Juan del Encina. Un tema medieval
renacentista completamente nuevo. El autor sí es conocido por otras composiciones que se han cantado en éste y en otros coros, pero esta pieza era totalmente novedosa. Y de nuevo volvió a sonar con Hoy comamos y bebamos que resultó otra obrita de gran finura musical.

Las siguientes composiciones de los ingleses Thomas Morley y John Dowland ponen en la pista a este cronista circunstancial de que este concierto no es uno más; se trata de un trabajo de investigación por el Renacimiento en materia musical sirviendo a la vez de renovación de autores, temática y música coral. Y para ello más de un entendido ha debido de estar quemándose las pestañas leyendo e interpretando partituras, buceando en los autores renacentistas de diferentes nacionalidades y sacando a la luz valiosos materiales, poco menos que desconocidos para el gran público. En honor a la verdad, creo que son totalmente desconocidos entre nosotros, los profanos.
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Todas las piezas son breves y esto nos lleva a pensar en el trabajo preparatorio del coro. Muchas horas de ensayo dado lo novedoso de las partituras. Y llegado a este punto he de decir que a este cronista circunstancial tan sólo le sonaba la pieza nº 7 Ô nuit de la película Los chicos del coro. La única composición que se salía un poco, al menos temporalmente, del Renacimiento.

En esta primera parte el metal y la percusión han demostrado que estaban a la altura de lo que el coro se merece: ni una sola nota discordante. Se hubiera notado demasiado y nunca mejor dicho. Y en esa perfección esté quizá su pecado si es que lo hay: sonaban demasiado fuerte, tan demasiado que hubo momentos en que casi anularon al coro transformándose en protagonistas y dejando al coro el papel de acompañamiento. Es decir, se cambiaron los papeles. Menos mal que no fue la tónica, pero sí podríamos decir que el coro debía haber gritado más, que casi no se oía.
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En la segunda parte hay un cambio radical: nos venimos a la actualidad y toma la batuta Javier Tortosa Carbonell cuya semblanza profesional quedó reflejada en el mismo programa. En el Te Deum la parte instrumental funcionó dejando oírse al coro pero en los espacios entre estrofas volvía por sus fueros y sonaba fuerte. ¡Y sonaba bien! En cuanto a la melodía, a mi modesto entender, nos recordaba un tanto al Cármina Burana. El tenor tuvo mucho mérito enfrentándose a enemigos tan poderosos como el metal y la percusión.
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Mejor suerte hubo en la segunda partitura, Gloria in excelsis Deus, de la mano de Inmaculada Burriel, que se inicia con fuerte intervención instrumental y luego el coro se lució y brilló con luz propia pues el acompañamiento se quedó ahí, en acompañar, sin ocultar el papel protagonista del coro. Creo que fue la mejor interpretación de cara a la galería de esta segunda parte. Cada cual estuvo en su sitio sin ocupar la parcela del otro.

En mis notas finales apresuradamente escribo:

No se discute la calidad artística de cada grupo, pero ¿Quién lleva la voz cantante en este concierto? ¿Quién ha sido el protagonista de la jornada?

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Sean cuales sean las respuestas a estas preguntas, el resultado final es el éxito del conjunto coral-instrumental y el aplauso del público presente correspondiendo al nivel de la actuación de este concierto.

¡Mi más sincera felicitación, Cantoría Hipponensis!

 

Juan J. Calvo Almeida.